Dar la teta, un momento de 3
Recuerdo cómo fue mi experiencia con mi primer enano, el dar la teta era una experiencia única entre él y yo. Me sentaba en su cuarto, tenía un sillón para estar más cómoda y era mi momento de privacidad más sublime. Nos mirábamos, le hablaba, lo acariciaba...
... Ahora, ahora la historia es distinta y la cuento esbozando una gran sonrisa. ¿Por qué? se preguntarán. Pues mi peque mayor está afrontando muchos cambios, los casi 2 difíciles años, la llegada del hermanito, etc. Y se ha encargado de que la hora de la teta del hermanito sea un momento de a tres, sí, ha buscado participar activamente en la alimentación de su hermano.
Ahora no hay sillón cómodo, ni una habitación en silencio. Siempre termino dando la teta en la sala y con mi peque mayor colgando en mi espalda y abrazándome el cuello. He tratado de buscar un momento a solas, pero para mí enano mayor parece divertido encontrarme dando la teta y busca llamar mi atención ya sea con muchos abrazos, tomadas de manos, gritos, cariños al hermanito (más de lo normal cada que está tomando la teta) en fin, cada día es un reto para ambos, para mí en busca de un poco de tranquilidad y para mi enano mayor un reto donde pone a prueba sus habilidades para llamar mi atención.
Y bueno, tener dos no es lo mismo que tener uno. Ambos quieren a la mamá, y la mamá hace lo que puede para dividirse.
Les decía que sonrío al contarles esto, y es porque me imagino cada situación con mi bebé en brazos, yo mirándolo, cuando de pronto salta un monito a mi espalda y me abraza, me toma de la mano y me lleva a jugar con él, sí, justo en ese momento.
Otras veces ando con los nervios de punta esquivando juguetes, gritos y pataletas. No ha habido mejor ayuda para mí en esas situaciones que el portabebé, me pongo el fular como escudo, engancho al hermanito a la teta y juego con mi gordo.
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He aprendido a disfrutar de ese momento, a involucrar a mi enano mayor, a hablarle de cada cambio que está viendo, de cómo tomaba él también la teta hasta que la dejo por sí solo. A veces me mira mientras le hablo, a veces mira cuando le hablo al hermanito. Sé que de alguna manera está asimilando todo esto. Y ambos hemos disfrutado con las miradas del hermanito y de los sonidos que hace. Y yo, yo disfruto el doble al verlos a ambos, ver cómo el mayor se sorprende por cada cosa nueva y ver a mi pequeñito mirarme y sonreír. No siempre es fácil, pero sí manejable.
Cómo ha cambiado todo para mí, no sé si ya les ha pasado, sobre todo a las que nos animamos por el segundo ¡tan rápido!
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